domingo, septiembre 13, 2015

Set en blanco

Despierto a las cuatro de la madrugada con la extraña sensación de no haber completado ninguna de mis tareas. Apenas ha comenzado la semana y ya voy con retraso em mis obligaciones.

Parece que no voy a dormir, así que alargo el brazo y, en su pantalla, mi teléfono me sugiere que haga nuevos amigos en Facebook. Reviso sus sugerencias y algunas de esas personas son viejas conocidas que duplican su vida virtual, por lo visto, otras no las he tratado en mi vida. Dejo de curiosear cuando compruebo quién es la última de esas sugerencias. Ella me partió el corazón y ni sabía sus apellidos.

Navego por otra red social que solo muestra fotos que cuelgan sus usuarios. Allí estás tú, retratando una ciudad norteña, siempre con tanto gusto enfocando. Hablas de running y de salidas de buena mañana, tú que siempre decías que los corredores éramos poco estilosos. Ahora sales con un taliban del correr y su visión del asunto ha cambiado, por lo que parece.

Tengo más mensajes sin leer, pero prefiero contar los aviones que pasan por mi ventana, preguntándome de dónde vienen a estas horas; ansiando tomar alguno de los que se marchan.