sábado, diciembre 20, 2014

Tú decides

Mi nevera parece más un tablón de anuncios que un almacén de comida. El interior permanece frío pero sin nada dentro que cocinar o llevarse a la boca,  mientras que la puerta del frigorífico está repleta de imanes de lugares exóticos,  dibujos de mis sobrinas y notas recordatorias.

La nota que tengo más en cuenta está escrita en el reverso del catálogo de un restaurante de comida china, y tan sólo reza "Hoy tú decides"

Lo dejé escrito hace un tiempo, porque a veces se me olvidaba que, en la mayor parte de las ocasiones, tengo el poder de decidir: si apostamos por embarcarnos en un proyecto, o si nos mantenemos en el barco cuando las cosas pintan feas pero, sobre todo, si alguno de los trenes en los que nos hemos subido ya llegó al destino que nos planteamos o, sencillamente, nos está llevando hacia algún sitio donde no queremos estar. Y es que luchar contra la inercia parece sencillo, pero no lo es.

Tampoco es fácil cambiar la percepción que los demás tienen de uno, sobre todo en este mundo distraído por tantos estímulos y tanta superficialidad. Un juicio rápido te puede condenar a que te endosen un rol que para nada se corresponde con tu realidad, y que no haya posibilidad de enmienda.

Pasé una adolescencia tan repleta de inseguridades que hace tantos años que decidí que no iba a permitir que estos juicios hechos por seres faltos de empatía me afectasen, y mucho menos iba a sufrir más de lo necesario.

Me gusta aprender y crear, formar equipo con buena gente, y cada vez disfruto más con ello.

Porque, al final de la partida, tú decides

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