Continuando con el post anterior, el muro derribado la semana pasada fue el escenario de mis interminables esperas del autobús que me llevase al colegio, al centro o, como dicen todavía los mayores del barrio “a Valencia”.
La cárcel nos dio sobresaltos de todo tipo, como cuando se producían motines, algunas fugas o, aquel episodio que sucedió una víspera de Reyes, en la que un vigía con exceso de celo tuvo la brillante idea de dar el alto a un par de “sospechosos” que trajinaban en la calle con unas cajas. Como la pareja no se dio por aludida, al vigía le dio por dispararles: resultó ser un matrimonio que descargaba los regalos de Navidad; suerte que, además de estúpido, aquel vigilante tenía poca puntería.
En fin, un montón de historias y molestias, agravadas por el hecho de permanecer “cerrada” desde 1995. Lo de cerrada es un eufemismo de abandonada, tan sólo se empleó para rodar un par de películas: “Todos a la cárcel” de Berlanga; y el “clásico” de cine doble Z “Beyond Reanimator”(con la presencia “estelar” de Elsa Pataky y Santiago Segura); en la que en un impagable plano panorámico vemos cómo en una prisión que en teoría se sitúa en California se vislumbra perfectamente un Carrefour al fondo, letrero incluido.
Algunas promociones inmobiliarias “vendieron” la idea de zona verde, aunque la realidad es que el edificio no se demuele, sino que se restaura para ubicar unas cuantas Consellerias y, para variar, construir un par de rascacielos en la que era proyectada como zona verde, de esos tan aparentes, que nunca están de más, o sí.
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