Me despierto con el anuncio del cese de la actividad en directo del bar "El Volander"; así como hace unos meses lo hice con el de "El Setentaysiete". Los motivos pueden ser varios: la falta de sensibilidad vecinal, la excesiva burocratización de la cultura, la criminalización de la misma. Escojan, yo tengo los míos.
Sólo sé que, en ambos casos, los negocios son gestionados por gente encantadora, un poco insensata, por querer vivir y apostar por la cultura musical en directo. Los argumentos de molestias a los vecinos no proceden cuando tienen licencias que les permiten ser "bares musicales" y están acondicionados para ello. Aún no he encontrado ningún estudio que discierna entre decibelios enlatados y decibelios en directo.
El caso es que, gracias a la intimidación administrativa (desconozco si en forma de multas o en advertencias, lo mismo da) dos familias han visto peligrar su subsistencia, dos barrios con escasa o nulo movimiento cultural verán cómo el esbozo de movimiento musical que ambos locales supusieron cesa de golpe, y los músicos y los amantes de la música en directo estamos un poco más tristes, un poco más abatidos, con menos trabajo los primeros, con menos oportunidades de consumo los segundos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario